Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez. Muchos meses cargados de temor y a la vez de esperanza, de ilusiones y bajones; en nuestra casa hemos tenido la gran suerte de contar con Elea, sin ella nos hubiéramos hundido en el aburrimiento y la pereza día tras día. Desde luego que había momentos en los que se echaban de menos el cole, los familiares que de vez en cuando se habrían hecho cargo de ella para que pudiéramos disfrutar de ocio adulto y, por supuesto, los amiguitos en el parque, en casas o en la calle. Pero no nos faltó qué hacer, a qué jugar, las sesiones de zumba por la mañana y por la tarde, los pintacaras para salir a aplaudir disfrazada y un montón de cosas más… excepto las lecturas.
Cinco días antes de cerrar los coles descubrimos que: ¡¡ELEA IBA A SER HERMANA MAYOR!! y días después empezaron los malestares habituales: sueño, náuseas, una pituitaria muy pero que muy sensible… y sin darme cuenta había eliminado de nuestras rutinas los cuentos… excepto por las noches, antes de dormir.
Y de quince en quince días se nos venía el Día del Libro encima, «no puede ser que se me pase este Día tan especial, he de mirar qué libros regalarle». Y entonces recordé que en la biblioteca hay un libro precioso de una niña que espera un hermanito y le cuenta cómo es la vida fuera de la barriga de su mamá. Se llama Dentro de nuestra mamá de Jo Witek y Christine Roussey editado por Cubilete.
Lo busqué para comprarlo online dadas las circunstancias sanitarias del momento, y ¡estaba agotado! Así que la necesidad de tenerlo se apoderó de mi y no paré hasta encontrarlo. Y cómo no, lo tenían en nuestra súper librería favorita, La osea de la sierra, en Moralzarzal. Les conté que estaba embarazada y que deseaba tener el libro para la hermana mayor, les pedí que me lo guardasen, que lo pagaba por transferencia en ese momento, lo que quisieran, y no se lo pensaron ni un segundo. En cuanto pudieron hacerlo, cogieron su coche y me lo trajeron a la puerta de casa con una sonrisa de oreja a oreja. Estamos deseando poder DISFRUTAR de nuevo de vuestra librería.
En un principio pensé que sería una buena manera de decirle a Elea que esperábamos la llegada de un bebé en casa. Pero decidimos contárselo nosotros antes de regalarle el libro. ¿Su reacción? Esta:
– Elea, ¿sabes? vas a ser hermana mayor. En la barriguita de mamá está creciendo un bebé.
– ¡Jajajaja! –carcajada maligna seguida de la expresión más seria y silenciosa que le hayamos visto hasta ahora– ¡No!
Nos pareció mejor no insistir ni profundizar en el tema en ese momento y dejar que ella nos pidiera información sobre lo que estaba pasando cuando lo necesitase. Así lo hemos estado haciendo desde entonces y, aunque seguro que no estamos captando todas las emociones que vive respecto a nuestro embarazo, la notamos tranquila y segura. La familia y algunos amigos nos han preguntado si queríamos algún cuento o libro sobre hermanos y hemos preferido dejar este tema al margen de la literatura (por lo menos de momento), pues el regalo del Día del Libro no lo ha querido ver más que dos o tres veces.
Los bueno es que desde entonces no ha parado de preguntarnos sobre la hermanita: cómo ha llegado ahí, y todas las variantes de la pregunta que podáis imaginar; si ella estuvo dentro también; por dónde va a salir; si puede mirar a ver si la ve… Y la conclusión más literaria, extraordinaria y, a la vez, terrorífica a la que ha llegado en todo este tiempo es: «mamita, podemos hacer como la mamá cabritilla le hizo al lobo, te abro la tripita, saco a la hermanita y luego te coso». El choque emocional que sentí en todo mi ser no tiene precedentes. ¡Qué práctica, oye!
En fin, que durante unos meses Elea no tuvo más cuentos que el de antes de dormir por la noche. Me sentía fatal. Pero las hormonas ganaron las primeras batallas. Hasta que ella misma me ayudó a plantarme y conseguimos devolvernos esos momentos en que nos sumergíamos en las lecturas e ilustraciones.
Comenzó llevándome cuentos a la cama en cuanto se despertaba…
Y terminó de animarme cuando me dijo: «Mami, hay libros en la habitación que nunca me has leído».
Nos pusimos manos a la obra, no podía dejarla así. Colocamos a la mamá unicornio y a su bebé junto a nosotras para que no se perdieran el cuentacuentos y ¡¡USAMOS SU PRIMER MARCAPÁGINAS!! Más que nada porque el libro que más le gustó es Mis primeros cuentos cortos. 14 historias de la pequeña Nené, de Bruño y, bueno, el primer día leímos todas, pero ya los siguientes… me parecía que cambiar de libro era una maravillosa idea. Así que le regalé uno de mis marcapáginas y le expliqué cómo usarlo.
Unos días después me la encontré así:
había sacado su cama, seleccionado los cuentos que quería y se había puesto cómoda. ¡Qué emoción verla así! Me sentí muy orgullosa pues había conseguido contagiarle el gusto por la lectura. Pero… ¿ya? ¿tan pronto me abandonaba? Por suerte (para mi sobre todo) sucede de vez en cuando y acaba pidiéndome que le lea.
Antes de la desescalada llegaron a casa nuevos libros y fue muy emocionante. Veíamos caras nuevas por primera vez desde hacía algunos meses.
Estas son algunas de las adquisiciones, de las que hablaré más adelante
Entrado ya el verano nos veíamos rodeadas de cuentos todos los días. Cuando abrieron la piscina dejamos de pasar tiempo haciendo los «trabajos del cole» y lo cambiamos por un par de cuentos tumbadas en el césped bajo la sombrilla.
Y ahora que ya ha empezado el cole, el de verdad y el de Elea y mamita en casa, pasamos bastantes ratos leyendo cuentos. Sobre todo en nuestro nuevo rinconcito de lectura:
¡Seguro que lo usamos mucho! ¡Estoy deseando compartirlo con las dos hermanas!