16 meses después de su llegada me veo con fuerzas (más bien, calma y tiempo) de contar que nuestra pequeña se está convirtiendo en una gran amante de los cuentos. ¿Dónde está Cleo? intentando meterse en la bañera o agarrada a la estantería entretenida con los cuentos. Si está en el baño, ojo, que cierra la puerta y apila toallas y lo que pille del armario para conseguir meterse en la bañera; pero como me la encuentre en el salón al lado de la estantería… ¡Nooo! ¡Cleíto! ¿Por qué?; hasta que he descubierto la razón. El objetivo: subirse al sofá y saltar como su hermana. El camino: rodear la mesa baja. El enemigo: mamá. La solución: un obstáculo. Cuál: la montaña de cuentos más grande que un salón (y una madre) puede soportar.



Así que sí, Cleo se está convirtiendo en una fabulosa amante de los libros. Ya verlos… es otra cosa. Ahora sí que puedo asegurar que en casa ha sido tal cual lo de “para formar buenos lectores, lee con ellos desde bebés”. Con Elea tuve tiempo suficiente para jugar con los cuentos todos los días. El rato que fuera, más largo, más divertido, cuentos nuevos… Pero con Cleo, y me fastidia admitirlo porque siempre quise dedicarle la misma atención a mi segunda hija (claro que, antes de ser madre se es mejor madre), no tengo el mismo tiempo. La dedicación en exclusiva para ella es tan cortita y quiero hacer tantas cosas con ella, que no estamos pasando suficientes ratos jugando con cuentos. Me aferro a la idea de que, por lo menos, será una niña que nos vea leer en casa y sabrá que le brindaremos las herramientas necesarias para que disfrute leyendo.






A ver a ver, que releo y parece que la pobre no haya visto un libro abierto en su breve vida. No es así tampoco. Es más, tiene sus preferencias bien definidas. O el libro suena o al suelo de un manotazo. Tal cual. Pasa si luce, pero depende del humor del bebé. Por eso, la colección de Paco de Timun Mas ha ido aumentando y llenándose de celofán sanador.






Es más, que me oye decir hoy filetes de pollo, a por Pepe que va, que escucha hablar de los caracoles que han salido tras la lluvia, corriendo a buscar el pop-up del cacol (caracol), que imitamos a una gallina, te saca el de la granja, y así toooodo el día.
Queda claro, ha comprendido que todo está en los libros, ¿no? ¡Un objetivo cumplido!