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Caracol, col, col

Casi un año después confirmo, por si no había quedado claro, que el tiempo que sacamos para disfrutar con los cuentos ha disminuido brutalmente. ¡Qué desastre! Aunque a favor de mi familia diré que hemos encontrado otros placeres y los estamos exprimiendo a lo loco.

Os pongo al día sobre las leonas de la casa. Elea acaba de cumplir 6 añitos y está empezando a leer como una campeona. Me temo que falta poco para sobrar de sus lecturas. Ya sabéis que trabajo en una biblioteca y me paso el día leyendo cuentos en la sala infantil, eligiendo cuáles llevar a casa y pensando cómo contárselos para divertirnos más. Pues hace unos meses me di cuenta que hay un montón de la sección destinada a su edad que no me va a dar tiempo a leerle ¡y qué angustia! ¡la vida va muy deprisa! Eso significa cambiar de sección para pasar, mayoritariamente, a leer libros de mayores, sin tantos dibujos, de colecciones… y me cabe la duda de qué papel tendré yo en esa experiencia. Lo que tengo claro es que me dejaré llevar por ella.

Y la pequeña Cleo está hecha toda una lectorcilla, con unos gustos muy determinados y una memoria inmensa. Desde bien pequeñita siente una especial atracción por los caracoles pues hemos leído-cantado-bailado La abeja trabajadora, de Jack Tickle, millones de veces. Y ahora estamos enamoradas de una colección de cuentos pequeñitos en cartoné cuyo protagonista es Caracol. ¡Y NOS ENCANTAAAA! Cayó en nuestras manos de repente y fue un triunfazo. La primera historia que leímos fue ¡Qué susto! de Armando Quintero y André Letria, editado por OQO.

Parece mentira que en un libro tan pequeño con tan pocas palabras quepa tanta emoción. Los dibujos son geniales, simples pero muy expresivos, y la historia es muy divertida para leer con peques por el subibaja de adrenalina con tanto susto. Es genial ver/escuchar/descifrar a Cleo contándome la historia con sus medias palabras y una mímica muy muy currada.

Poco después y por casualidad me encontré otro libro de la colección en la biblioteca y me lo eché al bolso. Era Caracol y Caracola con una historia súper tierna y amorosa. Pero Cleo, que es de emociones fuertes, no le dio una segunda oportunidad, lo colocó al lado del primero y de vez en cuando lo abría para echar una ojeada. Imagino que esperaba que la historia cambiase. ¡Qué buena idea! Así que a casa fueron llegando poco a poco el resto de títulos: Caracol y hormiga, ¡Navega, caracol! y Caracol y gusanito. Y así estamos, a la hora de desayunar, después del almuerzo, tras la siesta… ¡Una maravilla!

Nosotras entre cuento y cuento cantamos la canción Caracol, col, col y bailamos e imitamos a los personajes colocando un dedo sobre la boca, para hacer el bigote o movemos los dedos cerca de los ojos para que parezcan las pestañas de Caracola, nos escondemos cuando los asustan… vamos, que nos dan para mucho las 22 páginas de cada libro.

¿Tú conoces la colección? ¿Cómo los cuentas?

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